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Por fin, el río

En el lugar donde nací hubo en un tiempo un río, que en los periodos de lluvia a veces se desbordaba e inundaba las calles. Decidieron entonces canalizarlo artificialmente y el río, digno, desapareció. Aún hoy el pueblo sigue atravesado por una cuenca vacía. Por fin, el río trata de los diques que ponemos a los impulsos tumultuosos hasta que éstos se apagan. El erotismo apunta hacia lo más íntimo y su estallido nos lleva a la disolución o destrucción de los límites del ser. Paradójicamente, la pasión erótica necesita de una prohibición contra la que estrellarse: juego, fiesta y erotismo constituyen un exceso y siempre están sometidos a normas. ¿Cuáles serían los límites que alientan el erotismo sin ahogarlo? ¿Cómo evitar que devenga una actividad mecánica o compulsiva? El erotismo, a diferencia del porno, jamás está libre de misterio. La sobre-exposición al sexo en la que vivimos aniquila la fantasía erótica.


Por fin, el río es una experiencia teatral íntima para 16 personas, en la que los espectadores compartirán con los actores un único espacio, y serán invitados a participar en un juego que despierte su memoria corporal.

Estreno en el Festival de Teatro y Artes de calle de Valladolid 2018

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